sábado, 30 de enero de 2016

Magia.

Sigo emocionándome con la escena de la despedida de la niña en monsters s.a. Mis ojos se siguen empañando cuando muere el padre de Simba.Sigue en mi cabeza la canción de los siete enanitos y sigo prefiriendo las manzanas verdes a las rojas. Sigo alucinando cuando la Madrina le cambia el vestido a Cenicienta y sigo poniendo cara de asco con lo que hacen sus hermanastras para que les entre el zapatito de cristal. Todavía recuerdo la canción de "amigo Félix" que tanto canté de pequeña cada vez que veo la Osa Mayor. Todavía me emociono cuando Hércules sostiene el cuerpo sin vida de Mel y alucino con el sacrificio que hace por mantenerse a su lado. Todavía sueño con que conozco a Robin Hood o que algún día Campanilla y Peter Pan vendrán a llevarme a volar por la oscuridad del cielo nocturno. Todavía me gusta escribir la carta de los Reyes Magos y mirar tras las cortinas en Noviembre porque mi padre me dijo que ahí se escondían los pajes espías que comprueban si los niños se portan bien. Todavía miro embobada las burbujas de jabón esas con las que jugábamos de pequeños. Todavía me emociono si alguien me regala un pequeño peluche. Mis estanterías dicen que soy una niña aún: llenas de libros de todos los colores y tamaños, todos mis peluches tienen un nombre y una edad determinadas por mí cuando llegan a mí. Guardo como un tesoro el primer libro que me leí en cuanto alguien quiso comprarme un libro pensando en mí y no en un centenar de niños juntos: "Despereaux", me negué a ver la adaptación cinematográfica de mi valiente ratoncito y su princesa. Aún hago todas esas cosas. Decidme: ¿quién no sabe continuar esta canción: "Tú crees que en otros lados, las algas más verdes son..." o "Suaves huellas dejas en la arena..." "hijo de hombre, busca y ve..." Todavía sigue gustándome reír con mis amigas a carcajada limpia y que se enteren en el pueblo vecino. Siguen sin hacerme mucha gracia las verduras. Sigo yendo por la calle queriendo dar pequeños saltitos como Heidi o corriendo con los brazos abiertos como si volara. Pero...
"Eres muy inmadur@, a ver cuándo te dejas de tantas cosas de niñ@ pequeñ@, que ya eres mayorcit@" ¿Quién no ha oído eso alguna vez? por cosas como reírte todo el rato o hacer un concurso con tus amigas sobre quién se sabe más canciones de las bandas sonoras que han sido la de nuestra infancia. Las personas que son capaces de decir eso me sorprenden...Yo no puedo ni quiero olvidarme de Campanilla y Peter Pan, Heidi, la madrastra, Sabio, D'Artagnan, el Vagabundo, Simba, Dumbo, Pluto, Tío Gilito, Jane, Popeye y muchos más. Todos me han dado algo. Son personajes con los que he crecido. Si la frase inicial me la dice un adulto a quien tengo en buena consideración, lo mismo le hago caso...o por lo menos, frente a él no vuelvo a "ser tan inmadura", pero normalmente no es así. Normalmente te la dicen personas que van con unos aires de grandeza que llegan a ser ellos Hércules y Mel ya puede estar muerta que ellos no piensan rescatarla... Esas personas que no son capaces de reír y critican a las que sí saben porque "uy, eso es muy infantil y pueden ofender a las personas maduras que les rodean" Mmm... no sé, qué voy a saber yo que sólo tengo 18 años, ¿no? Pero tenía la impresión de que los adultos se diferencian de los niños en que utilizan el diálogo para solucionar problemas y minar diferencias, que ya no hacían eso de ir a llorar al hombro de una tercera persona sus penas...porque ¿eso para qué sirve?No solucionas nada diciéndole a alguien: "Es que ésta es una cría que se pasa la vida haciendo esto y no se da cuenta de que puede ofender a quien la acompañe" Si yo fuera ese alguien, miraría raro a ese adulto y le diría: "¿Quién se está portando como un crío ahora yendo a llorar a mi hombro como si yo fuera la madre de ésa y tuviera que ir a regañar a mi hija malcriada?" ¿Ser adultos no implica independencia y libertad de ser quien eres? Entonces, ¿por qué no puedo ser risueña si quiero serlo? Entonces ¿por qué si vuelvo a ver las pelis Disney de mi infancia, siento que seré criticada? ¿Por qué tengo que seguir una especie de patrón no escrito pero socialmente aceptado para que se me considere adulta? Tal vez para ser adulta no necesite no creer en la magia ni en el poder de las sonrisas. A lo mejor eso es lo que necesita este mundo: más adultos soñando. Porque al fin y al cabo, los niños en esta sociedad no tienen apenas poder para cambiar nada, pero los adultos sí. Podríamos hacer de este mundo un lugar un poquito más mágico sólo haciendo de vez en cuando algo "infantil" y mágico. Pero parece que hay una edad en la que se deja de creer en la magia... rezo todos los días por no alcanzar esa edad nunca.
Lisístrata.

lunes, 25 de enero de 2016

Las cosas como son.

Lo que más engorda del pan no es la corteza. La perfección del cuerpo de una mujer no está en la casi anorexia que tanto buscan las modelos. Hablar solo no es indicativo de locura. El mejor sentimiento no es la alegría. Ser expresivo no es algo malo. Tratar de sonreír a todas horas no es lo mismo que ser feliz todo el rato. Es imposible tener una lista de amigos superior a 10, aproximando a lo alto. No es fortaleza si no se ha tenido más remedio que superar algo para sobrevivir. Siempre habrá personas a las que les guste humillar. A veces el mejor es el último. Las personas pueden desaparecer de un día para otro. No se debe esperar que el resto sienta como uno mismo. La soledad ayuda a encontrarse con uno mismo. La risa puede ser la mejor arma, tanto de ataque como de defensa. Todas las personas deberían tener por lo menos un solo amigo en quien desahogar sus miedos, tristezas y alegrías. Un libro puede consolar más que algunas personas. La lectura debería considerarse droga, aunque legalizada, debido a su alto grado de adicción. Todos tienen cicatrices, aunque no sean tan visibles como la de Harry Potter. La homosexualidad no es una enfermedad, la cerradez de mente para aceptar lo distinto a uno mismo, sí. Cosas que no todo el mundo sabe o quiere ver. No es bonito reconocer que la parte que mucho de nosotros preferimos es la que más engorda, o que esa chica a la que los "amigos" del barrio llaman "gorda" tal vez se acerque más a la perfección que tú que te esfuerzas en mantener ese cuerpo recto privándote del chocolate o la pizza. Tal vez no se sepa que hay estudios que aseguran que hablar solos es indicativo de inteligencia y ayuda a organizar las ideas en nuestra cabeza y que, a veces, es necesaria una buena dosis de tristeza, nostalgia o rabia. Es complicado lanzarse a mostrar los sentimientos de uno, es exponerse a que el otro los coja y los estruje haciéndote más daño del que ya sentías, pero tal vez el otro los coja y te vaya dando pequeñas dosis de eso que antes te superaba para que poco a poco los venzas y vuelvas a estar bien. E igualmente complicado es entender que detrás de la sonrisa de la chica o el chico que está sentado a tu lado hay algo que le hace sentirse regular, pero no se atreve a hablar, y que siempre se puede ayudar a esa persona: a veces solo necesita que te mantengas a su lado en silencio, sin hablar, pensando los dos en silencio; otras necesitará un abrazo, pero no de ésos de "todo va a ir bien" sino un abrazo que diga "aunque nada vaya bien, yo estaré aquí, háblame, me verás." Creedme, en eso hablo desde la experiencia (gracias, Sorella P). ¿Cuántas personas si hoy mismo te encontraras en la calle sin recursos, te ayudarían seguro? ¿A cuántas personas podrías llamar a las dos de la mañana por un problema tuyo sin que te quisieran matar? Las personas que estén en las dos listas a la vez, ésas son tus amigas, ¿cuántas son? Vale, era una pregunta retórica, quería que tú supieras la respuesta, eres el único interesado por esa información. Tal vez esa persona a la que llaman "puta" o "marica" o "negro" o cualquier calificativo despectivo sea una superviviente, tal vez las cosas que los humilladores entienden como "razones para insultar" ella haya encontrado la motivación para seguir con su vida pasando de esos humilladores que no son capaces de aceptar a quien es diferente de ellos en algún punto o, incluso, a quien es igual a ellos en algún aspecto que odian e intentan camuflar por miedo a pasar al lado de los humillados. Todos los puntos de mi primera enumeración se solucionarían fácilmente. Da un libro a cada uno, pasarán de criticar a los demás, a preocuparse más de la vida de los personajes favoritos y a criticar a sus mejores amigos, los escritores, cuando matan a sus amigos literarios. Mejor, ¿no? Si no hay nadie con ganas de humillar ni que se cree superior, no hay miedo a ser humillado por la forma de ser, por lo que cada persona sería ella misma y un poco más feliz... La solución sería enganchar a todos a la lectura, porque así además la sociedad crecería en cuanto a forma de expresión y diría menos atrocidades como "la dije que..." o "cocreta"... Ahora en serio, ¿quién fue la primera asesina de letras que dijo "cocreta" y qué clase de palabra quería crear? ¿Una especie de fusión entre croqueta y coqueta? ¿Una palabra con la que se pudiera denominar a una croqueta coqueta? Y, por favor, ¿Cómo podría una croqueta ser coqueta?                                           
Lisístrata.

domingo, 3 de enero de 2016

Una fotografía.

El agua corría por mi cuerpo. Pensé la bronca que me iba a echar mi madre cuando saliera e, instantáneamente, estuve en el mismo cuarto de baño 7 años atrás. Era raro. Era como ser un fantasma. Vi a una niña de apenas 7 años,desnuda, descalza, sobre un suelo de helados azulejos, vi que había nieve en la ventana, vi cómo esa niña agachaba la cabeza, triste, mientras se ponía de perfil frente a unos adultos que sostenían una cámara de fotos. La mujer le gritó que no metiera tripa y la niña, llorando susurró que no lo hacía pero hinchó la tripa para contentar a aquella iracunda mujer. A la vez que sonaba el "click" de la cámara, una solitaria lágrima resbalaba por la triste carita de la niña. ¿Cómo iba esa pequeña a saber que esa foto sería objeto de burla durante tantos años? Un escalofrío recorrió mi espalda, devolviéndome al presente. Una imagen vale más que mil palabras... Ojalá se me hubiera ocurrido guardar aquella fotografía para que el juez viera claramente la culpabilidad de esa mujer sin pedirme mil palabras. Aquella noche de invierno, mi corazón se heló para siempre y comencé a odiar mi cuerpo.
Lisístrata.